meseta 006Discurso completo del Intendente

“Para iniciar estas palabras, tal vez sea conveniente decir en primer lugar que la historiografía tradicional nos presentó a Artigas como el pilar de nuestra nacionalidad oriental. No se desconoció el carácter regional de su proyecto, pero se interpretó el federalismo plasmado en el ‘Sistema de los Pueblos Libres’ como una situación coyuntural, en pos de lograr el objetivo de la independencia absoluta de la Provincia Oriental. Hoy este abordaje del artiguismo ha sido interpelado.

En segundo lugar decir que estamos conmemorando los 200 años del momento de mayor expansión de las ideas artiguistas en el Río de la Plata, y el momento de la etapa radical de la revolución.

En tercer lugar decir que Artigas fue el líder de una revolución derrotada, frente a una triunfante revolución conservadora. Hoy son  sus ideas, tantas veces escamoteadas, las que nos pueden servir como inspiración.

Fue el primero que pidió la independencia absoluta de la Corona de España y de la familia real de los Borbones; también fue de los primeros que dijo República, que no sólo quería decir ‘no más reyes’, sino que quería decir un proyecto de libertad distinto, donde el ejercicio de la soberanía, de la toma de decisiones, se traía ‘a ras del suelo’, donde la participación era la clave de las decisiones democráticas. No era la libertad del liberalismo conservador, sino la libertad republicana. La libertad no solo de los ciudadanos, sino la libertad de los ciudadanos y los pueblos; la libertad de aquellos que para ser libres necesitan que también los otros lo sean. La libertad para construir el bien común. La igualdad política y social que proclamaba la ‘soberanía particular de los pueblos’ pero también los derechos de los ‘naturales’ y de los ‘infelices’.

A estas ideas de independencia absoluta y libertad republicana, Artigas sumó la confederación. Se trataba de respetar la soberanía particular de los pueblos pero sin fragmentar el antiguo virreinato en soberanías débiles y hostiles entre sí, que quedarían libradas a las apetencias de los imperios de turno.

Libertad y unión, pero la unión en pie de igualdad. Igualdad en la relación con las Provincias Unidas, igualdad en el reconocimiento de los mismos derechos a cada una de las provincias, igualdad pues entre ellas habría alianzas ofensivo defensivas.

Llegado el año 1815 estas ideas se plasmarían en acciones.

El proceso que llevó al Protectorado se inició en 1814 en los territorios ubicados entre los ríos Uruguay y Paraná- territorios del Entre Ríos con Misiones y Corrientes- en marzo de 1815 se amplió a Santa Fe y Córdoba. Fueron alianzas inestables, en el marco del enfrentamiento con Buenos Aires y los intereses económicos de las élites provinciales. En este contexto Artigas convocó al congreso que se realizó en Arroyo de la China o Concepción del Uruguay, el 29 de junio de 1815. Su Objetivo- no alcanzado- era lograr la ‘concordia que una, ligue de un modo firme y duradero a todos los Pueblos y Provincias de todos los Territorios Unidos’. Uno de los principales temas era el reclamo de igualdad frente a Buenos Aires.
La revolución no se hacía para ‘cambiar de amo’.
En su calidad de Protector de los Pueblos Libres, Artigas ejerció una autoridad de ‘superior consulta’, impartió enseñanzas de buen gobierno con sentido paternalista, pero nunca autoritario.
 
PURIFICACIÓN fue su capital y desde aquí irradió su acción el caudillo, proyectando su imagen como la de un estadista superior. Al decir de Eduardo Galeano: ‘Aquí donde el río se enoja y se revuelve en  hervores y remolinos, sobre la meseta purpúrea rodeada de fosos y cañones, gobierna el General Artigas’.
 
El lugar ofrecía innumerables ventajas políticas y estratégicas. Punto central de fácil defensa, al lado del río que la comunicaba con las provincias del litoral. Relativamente cerca de Montevideo, y a la vez, de la hostil Buenos Aires.

Se iniciaba la etapa radical de la revolución, donde el control político pasó a estar en manos de los grupos que alentaban transformaciones.

El proceso revolucionario, desde esta perspectiva, no concluía con la independencia de España, tampoco con la independencia absoluta de la Provincia Oriental. El artiguismo impulsaba un proyecto alternativo, que promovía la virtud y el patriotismo de los ciudadanos y cuyos ejes vertebradores eran la libertad y la igualdad. El momento histórico era visto como el alumbramiento de un nuevo orden, de una nueva era. ‘El gobierno está instituido para el bien común, para la protección, seguridad, prosperidad y felicidad del pueblo, no para el provecho, honor o interés privado de algún hombre, familia o clase de hombres’.

El Reglamento de tierras se inscribe precisamente en una serie de disposiciones tendientes a recuperar el comercio y la producción. Tenía objetivos económicos, sociales y políticos. Promover la producción ganadera, asentar a la producción rural, restablecer el orden y afianzar un grupo social comprometido con el triunfo de la revolución. Generó conflictos, especialmente por los criterios políticos utilizados a la hora de confiscar las tierras: ‘de malos europeos y peores americanos’. Los recursos provendrían de los enemigos del sistema. Se hacían pasibles de reparto las mejores tierras y se confiscaban lisa y llanamente, sin indemnización, contrastando con el concepto de propiedad sagrada e inviolable, que se aspiraba a establecer por determinados grupos de poder.

Con respeto a quienes serían los agraciados se tendría en cuenta que ‘los más infelices serían los más privilegiados’ y se enunciaba el orden a seguir: negros libres, zambos de esta clase, indios y criollos pobres, viudas con hijos, siempre que con su trabajo y hombría de bien propendieran a su felicidad y a la de la Provincia. Se premiaba a quienes siempre habían sido excluidos. Trabajo y virtud debían imponerse sobre el ocio y el vicio. El Reglamento contribuyó a la derrota final del artiguismo.

A 200 años la pregunta necesaria y virtuosa sería ¿Cuál es el debe que tenemos con el artiguismo? ¿Qué hemos hecho y qué tenemos por hacer?

No voy a ser yo quien responda esta pregunta, porque tiene tantas respuestas como orientales quieran responderla.

No quiero caer en el desliz de pretender reinterpretar el pensamiento Artiguista a 200 años y vincularlo con un partido político, Artigas no es del Frente Amplio, del Partido Nacional, del Partido Colorado, del Partido Independiente o de Unidad Popular. Artigas y su ideario son superiores, es patrimonio de todos los orientales.

Y así lo comprendió la sociedad civil de Paysandú, cuando un puñadito de ciudadanos provenientes de diferentes lugares, de diferentes partidos políticos, dieron la batalla por la obtención del solar de Villa Purificación que inauguramos hace pocos días atrás. Fueron y golpearon las puertas del Gobierno Nacional, del Parlamento Nacional y del Gobierno Departamental y concretamos esta realidad. No importa de quien fue la idea, lo que importa es que constituía una causa de todos los orientales, que hubo ciudadanos que entendieron que este era un objetivo superior y este logro hoy nos pertenece a todos. Por supuesto que hubo un gobierno nacional sensible con el este tema, y hay que reconocerlo, pero lo importante fue comprender que hay veces que los actores políticos –responsablemente- debemos despriorizar nuestros intereses partidarios porque hay algo que es superior, el interés colectivo, el bienestar de la gente.

Las agendas partidarias tienen ciertos ritmos. Pero las agendas sociales tienen otros ritmos, de mayor urgencia. Los actores políticos debemos tomar nota de esto. Los partidos políticos son la columna vertebral de la democracia, pero tenemos un desafío: detectar cuando estamos frente a causas en las cuales debemos despriorizar los intereses partidarios porque hay algo que es superior, el interés colectivo y el bienestar de la gente.

Mayor desafío aún es estar a la altura de las circunstancias”.

 

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